jueves, 19 de mayo de 2011

Microbus

Es a contrapelo que vivo
ni tan al borde de la vereda,
y al lado de quien me toque
qué importa si sus axilas apestan.
A contrapelo viven los otros
ni tan al borde de la vereda,
y ya no importa si mis axilas apestan.

El cielo no me lo han cambiado,
así empujen y revuelvan
las nubes con el sol,
la luna y las estrellas.
Ese amor anda por el suelo
y en buenahora Diosito mío.

La tierra todavía nos aguanta este baile,
nuestras borracheras y nuestras groserías,
consentidora como buena madre que es nada más.
Y en cada arruga esconde sus dolores.

Ahora que me subo a la micro
en el espejo retrovisor
en la radio a todo cahncho
me descubro frágil.
Soy pasajero felizmente,
nadie me ofrece el asiento,
no es música lo que se escucha.
Claro que por ese precio que más vas a pedir.

Las micros corren paralelas,
sobre las calles,
sobre los relojes,
sobre los calendarios.
¿Tendrá alguien un destino conocido?

Aquel también es un ser humano
quien lo puso a cargo de mi vida?
Aquel también es un ser humano
también llora a pesar de los escolares.
Y yo que pagué pasaje ¿a quien me quejo?

Viste que estamos lejos aún,
nos faltan varios paraderos,
viste que parece que no hay remedio,
o si no vámonos a pie mejor.

La guagua que llora en el asiento del fondo
no lleva pañales limpios.
Su madre se arroja al vacío
de pura casualidad...
eso es lo que ella cree.
Viste que parece que no es tanto...

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