viernes, 11 de junio de 2010

Princesa

A menudo, y por costumbre o
hábito,
habito la orilla del momento,
a una distancia equis,
de tu silencio
de tu ceguera,
que no es dolencia
sino más bien el espacio donde eres,
un castillo, un vestido de seda,
un bosque, la luna,
quizás un príncipe,
o un baile.

Ahí me quedo: quedo.
Orillando,
casi un fantasma,
un nada
casi la ausencia
sin reSpiro ni exclamación.

Me quedo con el regalo hija,
tu silueta niña,
que susurra colores y aromas
levantando mundos
que se sostienen en tu inocencia
y que respiran de tu belleza.
A esto fui invitado.

Podrían entonces los queltehues
que en estridente ritual,
no anunciar la lluvia que se nos viene,
que quiebran el regocijo y el orgullo
de quien agradece
que en esta orilla
seas aún mi princesa.

martes, 8 de junio de 2010

De tu mano

Ya no penden de mi las nostalgias
mas bien me limpian el camino.
Una canción de cuna eterna llevo en mi bolsillo
y un cumpleaños feliz de contrabando en mi mano izquierda.

Amor, como mombre propio, te llamo
desde lo alto de mis sueños,
me miras sonriendo
así como lo haces prendiendo los fuegos.
Aquellos de leña seca
de hambre y frío del norte de chile
ese cielo purocielo asoleado,
y en medio el desierto que nos trajimos
para dibujar a pie
la distancia en micro,
entre el sol y la lluvia
entre el antes y el hoy.
Para poder abrir la siguiente ventana
y ventilar el pasillo
al borde de una historia,
el punto suspensivo.

La muerte no espera,
siempre se ocupa
no tiene silencios
no tiene vacíos,
siempre arroja sombra,
tenaz, perseverante,
no se agota,
y gota a gota siembra lágrimas
arma el circo
el espectáculo pasajero
la noche que no lo es
y el día que no lo fue, es decir
finalmente el olvido.

Si lo sé,
me gritan los libros inconlusos
tu amor, tu cariño
en la hora azul
cuando se abre el día
en la hora violeta cuando se abre la noche.
El frío sólo es excusa
para mi piel en reversa
ayayay diosito mío,
ya es hora de nuestra primavera.